Si bien este emblemático modelo de Rolex es inmediatamente reconocible por la indicación de fecha debajo de una lente de aumento Cyclops a la hora 3, el reloj Oyster Perpetual debe su calidad de ícono a múltiples razones. Y es que, además de su estilo clásico atemporal, esta referencia, lanzada por primera vez en 1945, reúne las aportaciones destacadas de la manufactura a la relojería. Entonces, fue el primer reloj de pulsera cronómetro, de carga automática e indicación de fecha como la conocemos, y totalmente hermético.
Hoy, a 75 años de su debut, el Oyster Perpetual Datejust se reinventa con cuatro nuevas iteraciones, caracterizadas por su construcción de Rolesor blanco -una combinación de acero Oystersteel y oro blanco de 18 quilates- en la caja y brazalete. Así pues, la primera referencia destaca por una esfera aubergine con acabado tipo sol, en donde el número romano VI presume un engaste de diamantes. Este mismo trabajo, pero con 46 diamantes talla brillante, se replica en el bisel.
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Otras tres versiones presentan esferas de color verde menta, lacada blanca o gris oscuro, todas con acabado tipo sol, además de un bisel estriado de oro blanco de 18 quilates. Este mismo metal precioso se encuentra en las agujas y los índices o números romanos en la esfera.
Dentro de la legendaria caja Oyster, hermética hasta 100 metros de profundidad, late el calibre 2238 de manufactura propia. Éste, como en todos los relojes Rolex, cuenta con la certificación de Cronómetro Superlativo. Lo anterior indica que la precisión es más de la del doble exigida para un cronómetro oficial. Este movimiento, de carga automática y reserva de marcha de 55 horas, también ofrece mejoras en términos de resistencia a los golpes y a los campos magnéticos.