Miki Eleta es uno de los relojeros independientes más fascinantes. En su historia personal, emotiva e inspiradora, confluyen aspectos insospechados, sobre todo en una industria al extremo orgullosa de sus orígenes. En esta charla pudimos conocer un poco más al hombre afable que nos recibe orgulloso, y que nos comparte el arduo camino que tuvo que recorrer para llegar a ser miembro de una de las más prestigiadas asociaciones de relojeros, la Academia de Relojería de Creadores Independientes (AHCI, por sus siglas en francés).
Por Alejandro Estrada Maurin.
¿Podría contarme un poco sobre usted, sobre su historia personal y cómo fue que se adentró en el mundo de la relojería?
Nací en la ciudad de Višegrad, en Bosnia, entonces parte de la antigua Yugoslavia. Llegué a Suiza en busca de trabajo en mis tempranos veintes porque mi hermana ya vivía y trabajaba allí. Como amante de la música flamenca, lo primero que quise hacer fue comprarme una guitarra. Eventualmente conocí a mi esposa, me casé, formé una familia con ella y tuve diferentes trabajos como carpintero y reparador de muebles antiguos. Tiempo después pude restaurar grandes relojes de pared, y fue ahí cuando me interesé y comencé a estudiar los mecanismos de los relojes. Sin embargo, comencé creando y exponiendo piezas cinéticas. En algún momento, un conocido se me acercó para decirme que, aunque mi trabajo era muy interesante, en realidad no tenía nada que ver con la relojería, pues para hacer relojes se requería un nivel de precisión que mi trabajo de entonces no tenía. Así es que le aposté que podría crear un reloj de cero en un periodo de un año. Así fue como me adentré en el mundo de la relojería. A los cincuenta años de edad más o menos (esto fue hace veinte años aproximadamente), sin una educación formal como relojero, comencé a aprender de manera autodidacta cómo fabricar relojes.
¿Qué papel juega su pasión por la música en la fabricación de sus relojes?
El sonido, la acústica, ha sido un elemento muy importante. Incorporé varias piezas musicales en mis primeros relojes. Encontré una forma de integrar la música en mis relojes de manera matemática, para que cada hora suene una pieza musical diferente y que por cientos de años ésta no se vuelva a repetir.
Como relojero autodidacta, ¿qué tan difícil fue encontrar una aproximación al aspecto técnico, a la implementación de cálculos que le permitieran conseguir el nivel de precisión que se impone en la alta relojería?
Todo lo tuve que aprender paso a paso. Algunas veces resultó sumamente difícil, pero no hay forma de evitarlo cuando uno aprende haciendo.
¿Durante su formación autodidacta como relojero, tuvo el apoyo de otros relojeros?
Sí, en todo lo que respecta a los aspectos teóricos de la relojería recibí mucho apoyo de otros relojeros. Pero en la práctica, el campo en donde la verdadera relojería tiene lugar, todo lo hice solo.
Puedo imaginar que otros maestros relojeros, que aprendieron el oficio de modo formal, sientan cierta admiración por un relojero autodidacta como usted. ¿Cómo cree usted que es percibido por otros colegas que comparten su oficio?
Ser autodidacta o haber estudiado para convertirse en relojero en realidad no es un requisito tan importante. Como miembro de la AHCI, le puedo decir que alrededor de una cuarta parte de mis colegas no fueron entrenados formalmente como relojeros. Aprender relojería en la escuela o por sí solo no es lo importante; ser capaz de construir relojes, sí lo es. Pero, para contestar su pregunta: sí, muchos colegas admiran a las personas que, como yo, han podido alcanzar de forma autodidacta un alto nivel como relojeros. Pero entre mis colegas haber estudiado o no relojería nunca ha sido un tema importante.
El tema me recuerda la historia de Aldis Hodge, el actor de Hollywood que comparte su gran pasión por la relojería y desea convertirse en relojero a pesar de no haber estudiado relojería. ¿Qué opina usted al respecto?
Puedo decirle que una de las ventajas de aspirar a ser relojero de manera autodidacta es que uno no tiene que enfrentarse a las definiciones que de otro modo se aprenden en la escuela en torno a lo que sí se puede hacer y lo que no. Gracias a ello, alguien puede imaginar algo que en ese contexto de lo que es y no es posible nunca hubiese sido realizable.
En su caso particular, ¿es la obsesión con el tiempo, su transcurrir y la forma de percibirlo, un requisito necesario para la creación de sus relojes?
Es sumamente importante. Un reloj es tiempo y el tiempo es un reloj; deben ser un todo indisoluble. El tiempo, la percepción del tiempo, su transcurrir, es algo en lo que siempre pienso y me fascina el universo infinito de posibilidades que se abre ante uno para expresarlo a través de la relojería. Cuando uno considera los últimos quinientos años de la historia, es fantástico y muy inspirador conocer la gran variedad de piezas que han sido inventadas para expresar el tiempo.
¿Qué tan importante es para usted la estética del objeto?
Muy importante. El aspecto visual, la estética, la propuesta de diseño de un reloj, es un elemento fundamental en mi aproximación a la relojería. Juega un papel determinante que, entre otras cosas, define si a alguien le gusta o no un reloj. Además, es igualmente central en el interés que pueda llegar a generar en el comprador. Para mí es un medio para generar emociones en la gente, para, por ejemplo, hacerles recordar su niñez. También es importante porque puede servir para inspirar a los relojeros jóvenes, algo que para mí es vital.
¿Cuál es el material que utiliza más?
El dinero. [Risas…] Prefiero trabajar con los materiales tradicionales de la relojería: latón, acero, oro, cromo y piedras preciosas. Por razones técnicas, el latón y el acero son los mejores materiales para construir relojes y los que más uso en los míos. También incorporo piedras preciosas y recurro al baño en oro y cromo. Por otro lado, mi utilización de materiales está sujeta al tipo de proyecto en el que me encuentre trabajando. Sí, por ejemplo, un diseño incluye la forma de una flor, en ese caso podría utilizar un baño de oro o, si se trata de un pájaro, entonces un baño de cromo.
¿Utiliza maquinaria para trabajar los materiales o su trabajo es completamente a mano?
R: Hasta cierto punto utilizo maquinaria de relojería tradicional para cortar y pulir ciertos materiales, para crear ciertos elementos, como por ejemplo las ruedas; pero nada automatizado o con la ayuda de computadoras. Lo que he fabricado con ayuda de maquinarias tradicionales representa aproximadamente el veinte por ciento del trabajo, mientras que el ochenta por ciento es hecho a mano. Además, mi trabajo a mano suele ser mucho más rápido que cualquier trabajo que utilice computadoras.
¿En dónde encuentra la inspiración para crear sus relojes?
En ningún lado en particular. Las ideas provienen de todas partes. Todo lo que se cruza en mi vida, en el transcurso de un día, es una fuente potencial de inspiración. La forma de una casa, por ejemplo, puede llevarme a imaginar un reloj con ciertas características. Un edificio se puede convertir en la pendiente de ascenso de un grupo de alpinistas que cada hora pasan de un nivel a otro del edificio. O también pueden ser marcianitos verdes en vez de alpinistas. Todo se convierte en puntos de referencia para echar a volar la imaginación. De hecho, mi mayor problema no es tener ideas, sino decidir qué idea usar para un proyecto y cuáles desechar (un número mucho mayor). Es una decisión muy importante porque, por un lado, es muy difícil escoger una idea de entre el gran número que se me ocurren y, por otro lado, sé que voy a tener que vivir con esa idea por lo menos ocho meses o hasta que termine el proyecto. Mi forma de hacer las cosas simplemente no me permite hacer nada más que no sea obsesionarme con la idea que escogí.
Y, una vez que decide trabajar en un proyecto específico, ¿qué parte del proceso le resulta más difícil?
Todo es sumamente difícil, desde los elementos más fundamentales o generales hasta las decoraciones más pequeñas que, de algún modo tendrán que encajar de manera exacta, física y estéticamente, con el resto del reloj. Además, hay que tener mucho cuidado porque los relojes son muy estúpidos: en cuanto uno comete el menor de los errores no saben qué hacer y dejan de funcionar. [Risas…] Crear un reloj es como cruzar un río con una corriente muy fuerte y solamente con la ayuda de una cuerda tensada a la que aferrarse. Es decir, ni siquiera el menor de los errores está permitido. Sin embargo, al final lo que importa es que a la gente le encante el producto final.